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Mayo 2020
Cuando un niño aprende de la
mano de otro niño, su aprendizaje es más natural, más
significativo, más vital, más vinculado. El que enseña
se siente capaz y generoso, el que aprende se convence
de que saber con ayuda de un amigo es algo importante. Y
los que miramos sentimos que la vida sigue, y que es
hermosa.
Este intercambio de
información y experiencia a edades tempranas me recuerda
a aquello que hacían los mayores de la calle explicando
a los pequeños cómo se tiraban los petardos, cómo se
ponían los coloretes, cómo nacían los niños o qué cara
había que poner para gustar a los chicos.
Aprender de otros, un placer
al alcance.
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