VIVITO Y COLEANDO:
Esta sección está destinada
a albergar cosas del sentir
y del pensar: mis poesías,
ensayos, apuntes, notas,
trabajos, etc. Y se intenta
renovar periódicamente.
Marzo 2022
Como tú,
piedra pequeña
Los niños están muy cerca de
la tierra y sus aconteceres.
Persiguen hormigas, les
cuentan las patas a los
escarabajos, hacen comida
con hojas y semillas,
dibujan su nombre con una
rama en el puro suelo...
Entre sus múltiples andanzas
“terrenales” están la
búsqueda y captura de
piedras que les llaman la
atención por algún motivo:
porque “brillan al sol”,
porque “parecen un huevo”,
porque “son muy blancas”,
porque “están frescas”, etc.
En el enorme patio de
nuestra escuela, las piedras
son interrogadas a diario
por la insaciable curiosidad
de los niños, que las
someten a sus manejos para
sacarles brillo, o ver sus
matices de color, rugosidad
o frescura. Sabiendo esto, y
con el doble objetivo de que
aprendieran y disfrutaran,
pedí una vez a mis alumnos
que trajeran un mineral a
clase. Y la estantería de
las cosas naturales se nos
llenó a rebosar de
maravillas, que nos
fascinaron por sus colores,
formas, procedencias o
curiosas propiedades. Entre
los minerales aportados por
los niños había: mármoles,
ópalos, calcitas, rocas
volcánicas, talco, carbón,
corales, etc. ¡Hasta arena
rescatada de los zapatos de
Roque tuvimos en nuestra
exposición! ¡Era también
mineral!
Recopilamos cuatro rosas del
desierto que causaron
sensación por ser tan
bonitas y porque supimos que
se forman con arena. Las
ágatas nos impresionaron por
su belleza, además de venir
acompañadas con la
coincidencia de que la perra
de Estela del Mar se llamaba
"ÁGATA" y acababa de morir.
Las piedras volcánicas
tuvieron un éxito tremendo
por el impacto del volcán y
sus peligros. A los niños
les gustó mucho ver sus
distintas tonalidades desde
el rojo hasta el negro y
enterarse que hay una que
era utilizada “antiguamente”
para fregar las cazuelas: la
llamada piedra pómez.
Los “minerales que manchan”
lograron muy buena acogida:
la hematita de Noa, que nos
manchó los dedos de rojo, el
talco de Dante que nos puso
las manos blancas, el
grafito, carbón con el que
se hace la mina de los
lápices, que manchaba de
negro. Había otros minerales
que gustaban por muy
variados motivos: la pirita
por su forma de cubo y su
brillo dorado, la pizarra
por ser “tan fina”, los que
brillaban por su esplendor
innegable, el cuarzo rosa
por su color, etc.
Capítulo aparte merecieron
las piedras preciosas, a las
que los niños llamaban
“bonitas”, y que disfrutamos
gracias a algunas madres que
nos prestaron generosamente
sus joyas: turquesa,
malaquita, lapislázuli,
ámbar, jaspe, ojo de tigre,
amatistas, jade y, por
supuesto, oro y plata. En
las casas los joyeros fueron
curioseados por los niños,
que pedían a sus padres
lupas o linternas “para ver
mejor” los minerales
engarzados en los
pendientes, collares o
pulseras. Por supuesto
aprendieron a distinguir
“las joyas de plástico” de
las verdaderas, usando el
truco de Candela: "si están
frías son minerales y si no,
no".
Fue muy interesante hablar
de las diferencias entre los
seres vivos y los no vivos.
Para los niños resultó
sorprendente darse cuenta de
que los “no vivos” duraban
más que los vivos, “¡y eso
que no tienen vida!”, decían
perplejos. También les chocó
saber que algunos minerales
muy duros eran frágiles. Al
hablar sobre las minas los
niños evocaron a los
Siete enanitos, y yo no
resistí la tentación de
cantarles una canción que
dió pie para decirles que el
trabajo de minero es difícil
y tiene riesgos de muchos
tipos: accidentes,
enfermedades. Se está
quedando la Unión/
como un corral sin gallinas/
con tanto minero enfermo/
en el fondo de la mina.
Rocío, la mamá de Dante,
vino un día a explicarnos
cosas sobre el tema cargada
de libros de la Universidad,
muestras de minerales y
sonrisas. Nos explicó que
vivimos en un planeta que se
llama Tierra, y que en él
están los minerales, que no
están hechos por las
personas, sino que son
naturales, y además son muy
importantes y nos hacen
falta para vivir. También
nos dijo que los minerales
tienen curiosas propiedades:
la mica es un mineral blando
y el diamante durísimo, que
corta a todos los demás
minerales. El talco mancha
los dedos y de él se
fabrican los polvos de
talco. La magnetita es un
imán. El alumbre sirve como
desodorante y para ponérselo
después del afeitado. El
azufre es venenoso. Contó
que hay quienes dicen que
los minerales son buenos
para la salud, que dan
suerte como la amatista o la
piedra de luna, o que
simbolizan cosas.
La verdad es que aprendieron
bastante, y además pudimos
hablar de otros temas que
salían a colación: la
duración de la vida, las
duras condiciones del
trabajo en las minas, la
belleza de las piedras, el
papel de los recuerdos, los
gustos de cada persona…
Descubrimos que ninguna
piedra es igual, como las
personas, que somos todas
diferentes. También que a la
mayoría de las personas nos
gustan los minerales, por
eso en las casas suele haber
algunos que se guardan “de
adorno”, o como recuerdo de
algún sitio.
Y
es que para aprender con los
niños no hay mejor cosa que
subirnos al carro de sus
intereses, acercarnos a sus
curiosidades y acompañarlos
en sus búsquedas y sus
alegres asombros.
Así es
mi vida,
piedra,
como tú.
Como tú,
piedra pequeña,
como tú,
piedra
ligera,
como tú,
canto que
ruedas
por las
calzadas y las veredas…
León Felipe
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